sábado, 27 de septiembre de 2008

Game Over, del 6 de septiembre al 6 de noviembre, Foro Cultural Efrén Rebolledo, Pachuca













GAME OVER: EL FIN DEL SILENCIO


A través del tiempo y de la historia, la guerra ha operado de diferentes maneras, siempre buscando el mismo resultado: la aniquilación del otro. En la actualidad, no es más esa estrategia o táctica que enfrentaba a dos ejércitos en un campo de batalla. A partir de las grandes guerras del siglo XX, las reglas cambiaron.

Hoy en día, la guerra, ya no es más un evento lejano que observamos de manera pasiva. Al recibir imágenes directas ⎯transmisiones en vivo⎯, nos convertimos en parte del suceso. Estas imágenes dejan huella, se imprimen en nuestra memoria alterando nuestra concepción del mundo y nuestra reacción ante la vida.

En la actualidad, la violencia forma parte de la vida cotidiana. Los medios de comunicación saturan la mente de los espectadores con imágenes brutales, que poco a poco se descontextualizan y se vuelven parte del imaginario colectivo y de la cultura popular.

En el territorio que habitamos, hace mucho tiempo que no hay una guerra como tal, sin embargo, existen manifestaciones de violencia que desestabilizan la supuesta “paz” que vivimos: narcotráfico, asalto a mano armada, movimientos armados y guerrillas, secuestros. La percepción del tiempo y del espacio se encuentra determinada por el miedo y la angustia.

Las imágenes juegan el papel principal en la histeria colectiva que vive la sociedad contemporánea. Para creer, hay que ver: ver a los corresponsales transmitiendo debajo de los misiles, a la gente enardecida durante un linchamiento, los cuerpos ensangrentados que deja el narco tras de sí o la mirada de los niños-víctimas de los campos minados. Imágenes del caos, que tristemente miramos como algo natural, como una imagen más.

¿Que nos lleva a destruirnos? ¿Cuál es el sentido de quitarle la vida a una persona que siente, ama y vive igual que nosotros?, ¿Qué nos motiva a destruir lo construido a través de tantos años? Probablemente jamás sabremos la respuesta. La destrucción es inherente al ser humano.

Por extraño y contradictorio que parezca, la experiencia muerte-guerra-destrucción, da pie al encuentro con la vida, la creación y el amor. El instinto de supervivencia reactiva sensaciones y sentimientos sepultados bajo la megalomanía del hombre.

El arte y sus manifestaciones nos permiten echar un vistazo al lado oscuro del ser humano, y a través de ellas reflexionar sobre el principio del fin.


Magaly Cruz de Nicolás

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